Desde la ventana de su despacho viejo y descolorido, Antonio se entretiene con la imagen de tres colegiales de pantalón gris y zapatos negros. Caminan y ríen. Patean piedras y corren carreras con la mochila en la espalda. Qué felices, piensa Antonio, la garganta atorada de nostalgia.
Él también pateaba piedras. Él también era un niño libre, alegre, colmado de la dicha que hoy añora. Era tan feliz como estos colegiales a los que les pesan las órdenes de sus padres, les aprietan los zapatos acordonados, los agobian las mochilas cargadas de libros, les duelen las rodillas peladas y la tarea escolar que deben hacer antes de bañarse, comer lo infantilmente incomible y acostarse temprano.
Porque, como bien dijo Oscar Levant, la felicidad no es algo que se vive, sino algo que se recuerda (Happiness isn't something you experience; it's something you remember).
16 comentarios:
Pero cómo, ¿no todo lo que pasó fue mejor? ;-)
Me encantò.Ahora,la felicidad se vive y tambièn se recuerda.Un beso
Me gustó pila. Es una actitud que perjudica muchísimo la vida. Y además es cierto, para muchos la infancia no fue precisamente un campo de flores. Cariños
Muy cierto!
Gracias por los datos de espectáculos. Lamentablemente tu dirección de mail me rebotó.
Un abrazo,
Como diría el Sabalero:Lindo haberlo vivido para poderlo contar.
Y recordar.
Un abrazo de reencuentro.
Alicia, sí claro, sobre todo aquellas inyecciones, ja ja!
Fiorella, la idea es poder ver más allá de esa "ampolla en el pie" que impide disfrutar el presente. El árbol que no te deja ver el bosque. Un beso
Ana, para muchos crecer es una liberación. Que vuelvan los cariños al otro lado del charco!!
Araucaria, ahora me fijo si te di bien la dirección.
Sole, contarlo, imaginarlo, idealizarlo, deformarlo...lo que sea. Eso es lo bueno del recuerdo!! Te mando otro abrazo de reencuentro. He extrañado mucho la vida bloguera. Lo último que vi de tu cosecha fue un emocionante vídeo desde la Plaza de Armas en Cuzco. Ya me sumergiré más en tus letras.
Un texto hermoso. Me ha encantado.
posd. Mis años felices no fueron precisamente los de la niñez...
Pensar que en esos momentos, todos mis problemas se reducían a hacer la tarea para el día siguiente...
Creo que todos tenemos la tendencia a mirar hacia atras y creer que eramos felices, pero desde nuestra perspectiva actual. Tal vez en esos precisos momentos no lo vivíamos así, con taaanta felicidad como nos parece ahora.
En mi caso mi infancia fue muy feliz, lo peor fue la adolescencia!!
Charru, a veces crecer es liberarse de sombras ajenas para buscar las propias luces.
Hurricane, el que la tarea sea la única preocupación de la infancia es un privilegio que asegura mucha estabilidad emocional futura.
Perla, uno selecciona los recuerdos. Pero creo que la adolescencia es nefasta para todos!!
ME MATA LA FRASE FINAL, besos!
Nunca se sabe... si en la niñez somos rehenes de los sueños de los adultos, el espacio de la felicidad es lo que no nos ha sucedido todavía.
Laurita, siempre todo muy disparador lo tuyo. Un gran abrazo
Permiteme distender de esa frase, si recuerdo no soy feliz, ahora vivo feliz, mi presente es mi felicidad, mi pasado no mucho...
Muaaaa.
Hola Lau
Llego con un beso antes que se vaya Agosto nuestro mes cumpleañero.
FELICIDADES!
Excelente el post.
De chica no me preguntaba si era feliz, cuando me ponía triste mi viejo me llevaba al cine aunque no fuera fin de semana.
Tuve una niñez libre, en el Barrio de Flores, que yo llamaba "mi casa grande."
Creo que los niños tienen que tener la mayor cuota de alegría, porque cuando se crece y llegan los acontecimientos de la vida que parece que todo lo destruyen,es esa Reserva de Vida lo que nos sostiene, no sólo para seguir, sino para transmitir esa alegría a nuestros hijos.
Besos
al menos, sabe mejor recordándola.
besos.
Rochie, la puse para vos!!!! Besos
Marta,me encantó lo de ser rehenes de los sueños. Ser madre me ilustra claramente las victimizaciones pasadas. Y si no me freno, soy la peor secuestradora! Otro abrazo para vos.
Elena, adiós agosto nuestro!! Yo lo inicio (el 4), y vos lo terminás con cariño. Lo cuidamos tanto como tu padre cuidaba de tu corazoncito... Y fue así que creciste tan llena de belleza interior, con tanta reserva de vida. Envidiable infancia, Elena! Un beso
Gonzalo, hagamos que los que nos siguen la disfruten viviéndola. Besos.
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