10.1.07

Silencio de mar

¿Dónde están tus ojos esta tarde?, me pregunta Gonzalo.

Esta tarde, esta larga tarde de sol que es el mes de enero, mis ojos se pasean somnolientos por los confines del veraneo. El mar, las risas infantiles, los ocasos con mate y arena, los cuerpos esculturalmente presumidos, el sudoroso paso de un vendedor de churros y las manos entrelazadas de dos ancianos con celulitis.

Todos intentando colmar, en un breve espacio de tiempo, los más íntimos deseos postergados y alegadamente merecidos. El mejor bronceado, el mayor descanso, el más frutal de los batidos con hielo. Unos contra otros, en una nube multitudinaria que se afana por debitar el crédito acumulado durante el año. Unos contra otros…y “yo primero”, incluido el comerciante, que aprovecha la efímera gloria para llenarse las arcas.

Entre todo esto se hamacan mis ojos. No sin sonrisas, no sin nostalgia, no sin una inmensa gratitud.

Tengo el alma silenciosa. Muy silenciosa; casi en paz.

¿Será posible este estado?