28.12.06

QUEDA USTED FORMALMENTE INVITADO


Toda reunión de amigos ostenta denominadores comunes y cierta homogeneidad.

Pero no hay nada más heterogéneo y sui generis que la fiesta de fin de año de las empresas.

El escenario es un bonito hotel o un restaurante muy fino que pocos saben “usar”, pero que nadie se atreve a dejar pasar por obvias razones: hay que cumplir y se come gratis.

Carlos acomoda su rol de payaso en la mitad de la larga mesa junto a las más jovencitas.
Aníbal, el tímido con acné, permanece en un rincón y se ríe exageradamente de los chistes de Carlos.
Adriana come con la boca abierta mientras se insinúa a Diego, el casado más libre en términos de sábana.
Mr. Jefe, tan cordial con su traje impecable, no ríe ni habla demasiado. La faceta populista le cuadra a medias. Se siente mejor entre la gente del golf, con quien se puede comentar la marca del vino y la calidad del caviar.
Sebastián, el joven ayudante del departamento contable, tampoco habla mucho. Sólo observa. Mira libidinosamente a las jovencitas, pero se contiene porque aspira a la silla del jefe y siempre es mejor no mezclar los tantos. Total, en un rato estará en la disco con sus amigos de la facultad.
Nilda, la chica de mantenimiento recientemente ascendida a supervisora, alucina con las lentejuelas de su vestido brillando en el tenedor de plata.

El vino distiende los ánimos y las lenguas. Si hay baile, habrá revelaciones. ¡Mirá cómo se menea Elena a su edad! La vieja está en curda. ¿Pasa algo entre Manuel y la recepcionista nueva? ¿Viste cómo se le acercaba?

El jefe se saca la corbata y se la pone de bincha, para bailar casi cerca de sus súbditos.

Antes de terminar, todos brindan por un buen año, entre bromas y carcajadas sobre el formulario K348 extraviado y hallado en la basura por el inspector de la DGI, el cliente furioso a punto de dejar las coronarias en la línea telefónica o el fatídico corte de luz el día anterior a la presentación del balance.

Todos brindan sonrientes. Felices de que esta noche sólo suceda una vez al año.

24.12.06

Y ahora saludo YO



Mi dueña se ha perdido entre las vueltas del arrollado de salmón y la cinta scotch de los paquetes navideños.

Y a mí, que soy un blog muy joven, pero educado y atento, me da no se qué que pasen los días sin saludarlos paras estas fiestas.


Después de todo, amigos, si no fuera por ustedes, yo no existiría. Mis letras no tendrían ningún sentido sin sus visitas, sus ojos atentos ni sus comentarios tan acotados.

¿Les digo la purísima, purisísima verdad? Soy un blog feliz… recontra-feliz.
¡Feliz de estar entre ustedes!

¡Gracias Mamá Cuca, Mati, Victoria, Montse, Elena, Marta, Vane, Estela, Bebe, Carlos, Gonza, María, Vade, Castor, Davichoff, Vale, Tic-Tac, Canilla, Magic, RosaRosa, Maite, Lucy, Meli, Nika, Araucaria, Ana, Bettina, Lurdena, Sole, Luzbel, PE, Ydaledali, Nocheoscura, Ernestina, Hurricane, Bemol, Luzerna, Indianguman y tantas otras voces que retumban en el alma de este pequeño rincón alimentando su marcha!


¡FELICIDADES!

16.12.06









Bañada en sollozos, exclamó con hipo:


Mamá, ¡me duelen las lágrimas!




13.12.06

¡Llegó el pelo de Lucía!


Ya llegó Lucía con su pelo brillante. Ya está aquí, donde siempre debió estar. Junto a esa madre que tragó la sal venenosa de su llanto el día que le dijo adiós y, aunque muerta por dentro, siguió limpiando los zapatos y los inodoros de quienes pudieron pagar sus servicios en tierra extranjera.

Lucía quedó atrás porque no había otra alternativa. Al principio esperó a su madre junto a las rejas de la ventana, pero luego comprendió que lo mejor era matar las horas y los años jugando al olvido. La criaba su tía junto a su prima, en espera del giro mensual que justificaba la ausencia. Con él se pagaba el sustento de las tres, el arreglo de los dientes cariados y la cinta adhesiva que mantenía firmes las fotos de su madre, llegadas de Buenos Aires junto a un cubrecama rosa que la envenenaba de suavidad. Lucía lo acariciaba como si acariciase el rostro de su madre; su madre que a lo lejos acariciaba la almohada y la estrujaba y la empapaba y se levantaba con los ojos rojos para empezar a fregar. Lucía extrañaba el pelo de su madre y su madre peinaba pelos ajenos para poder llegar a ella. Los peinaba y los besaba, soñando el día en que olieran a su sangre.

Hoy ya peina el pelo de Lucía. Y peina el pelo de mis dos hijos. Y se ríe a carcajadas de las monerías de los tres cuando salen de la ducha y se ponen el pijama. Y los besa y se ríe.

Y esto durará todo el verano. Y quizás más.
Es sólo una prueba, accedió mi marido. Es sólo una prueba, quise convencerme yo. Probar cuánto molesta ver el pelo de la pequeña Lucía en el desagüe de nuestra bañera. Probar cuánto le resta la felicidad ajena a la felicidad propia, y hasta dónde llega el tan noble discurso de la generosidad.
Es una prueba.
Y por ahora nos reímos.

6.12.06

PRIORIDADES

—Mamá, ¿qué es lo primero más, más, más importante en la vida para vos?
—Vos sos lo más importante, mi cielo. Nuestra familia.
—¿Y en segundo lugar?
—El trabajo, para poder pagarte la comida, la casa, la escuela, la ropa.
—¿Y tercero?
—¿Tercero? Mmm. Creo que los libros.
—Para mí lo primero es divertirme, porque los nenes necesitan divertirse para crecer ¿no cierto?
—Sí, claro.
—Lo segundo más importante sos vos, porque a vos te re-amo, mamita. Y lo tercero… A ver, a ver…Dejame pensar... No, en realidad, me parece que vos sos tercera, porque el fútbol es lo segundo para mí.
—Ah, claro. El fútbol te importa mucho.
—Sí, y andar en bici también. Entonces: divertirme, el fútbol, vos... ¿Vos? Es que no se si lo tercero sos vos o la bici. Mami, ¿vos no te enojás si te pongo en cuarto lugar?

—Claro que no. La prioridad del padre es hacer vivir a su hijo. La prioridad del hijo es vivir su propia vida.