26.2.08

Know-how


Nadie reparó en su entrada al vagón. Un niño más en el desfile de la indigencia y la mano tendida en pos de una moneda. Parte del paisaje urbano que se contempla dentro y fuera del tren.
No carecía de brazos, ni tenía cara de monstruo, y por eso, la resolución tácita y general sería dejarlo pasar invisible y en silencio, como a uno más.
Pero él no hizo silencio. Tampoco pidió nada.
Simplemente se puso a cantar con toda la fuerza que le permitió el vacío de su estómago.

Los caminos de la vida,
no son los que yo esperaba,
no son los que yo creía,
no son los que imaginaba

Los caminos de la vida,
son muy difíciles de andarlos,
difíciles de caminarlos,
y no encuentro la salida.

La la la la la (Vicentico)

Automáticamente se abrieron los bolsillos, las billeteras y los bolsos para acallar la estridencia del mensaje musicalizado, cuya efectividad superó con creces la atroz normalidad de la imagen.

Hoy en día, hasta el hambre necesita de buen marketing.