8.5.07

Borradores de viaje (última parte)


Mejor te muestro las fotos y acabo de una vez con este viaje que, en realidad, sólo duró cuatro días. ¡Imagínate si me fuera por un mes!

Aquí nos ves en el tren a Machu Pichu. Éstos son unos mochileros israelíes con los que me puse a charlar después de secarme las lágrimas y abrigarme con la manta de Pachita. Hablábamos de igual a igual, de mochilero a mochilero. Sí, claro que yo soy mochilera. Bueno, fui mochilera hace un tiempo. Bueno, hace bastante tiempo. Hace como veinte años, la edad de estos chicos israelíes. Mis supuestos pares, mis “contemporáneos”, que seguramente me verían como a su madre, o la amiga de su madre o la madre de su amigo. Es que, si los jóvenes no me lo recuerdan, yo no me entero de que mi vida envejece. Lo intuyo, es cierto. Lo intuyo cuando los veo reír a carcajadas y sacarse cientos de fotos tontas: una foto durmiendo con sombrero, otra con cara de mono y otra con gesto de modelos sofisticados. El placer de su travesía es la libertad de llevar su cuerpo adondequiera se los dicten las ganas; es no tener que llamar a sus padres para avisar dónde duermen; es ampliar sus horizontes cotidianos. Mi placer, en cambio, es viajar para mirar la vida y robarle su mejor secreto. Es intentar descubrir la salida del laberinto, sabiendo que jamás la encontraré.

Ellos son israelíes y se han tomado un año para recorrer Sudamérica luego de terminar sus tres años obligatorios de servicio militar. Tres años de vida regalados al ejército, hombres y mujeres. ¿Podés creerlo? Cuando les pregunté qué hacían en el ejército, la más lobita de todas –ésta que ves aquí, bautizada el “bombón” por mi marido, qué descaro – me respondió que su tarea era prestar asesoramiento en el uso del armamento. ¡Con veinte años! Qué pueblo tan peculiar. Siempre me ha sorprendido la fuerza de la identidad judía, capaz de traspasar razas, fronteras y milenios.

Pero ése es otro tema.

Esta foto es de Aguas Calientes, el pueblito donde tomamos el ómnibus que nos llevó hasta las increíbles alturas de Machu Pichu. Alto, muy alto. Grande, muy grande. Nubes y más nubes. Aquí estamos: perdidos en el cielo, cerca del sol y la luna, en los templos construidos para ellos. Esta soy yo, con la boca abierta. La boca abierta por falta de aire y por exceso de fascinación. Machu Pichu es un cuadro mágico colgado de la luna, con la fuerza de su historia y el hechizo de los Andes. Cometimos el error de no contratar un guía que nos sumergiera en los detalles jugosos de la vida de los incas. Detalles reales o inventados, qué más da. Nadie sabe el porqué de Machu Pichu: ¿tierra sagrada? ¿tierra de nobles? ¿tierra de cultivo? ¿tierra de descanso? Lo cierto es que el diseño sigue siendo perfecto, a pesar de las 3000 pisadas turísticas que lo invaden a diario. Las rocas aguantan silenciosas el embate.
Almorzamos entre nubes. Sándwich de pollo y chocolate con almendras. Aquí me ves. Con cara de espanto porque, al posar, casi resbalo hacia el precipicio. Odio verme en fotos. Me encuentro cien defectos. Aunque es posible que, en diez años, revise estas fotos y me gusten porque me veía más joven. Lo mismo que me pasa con las fotos de mis 30 que antes detestaba. A medida que pasa el tiempo, uno baja las expectativas y se conforma con respirar.

Éste que ves aquí es un niñito inca que nos saludaba junto al camino cuando descendíamos en ómnibus desde Machu Pichu. Saludaba en quechua y con el traje típico. Saludaba y bajaba desaforadamente entre los pastizales del monte para volver a interceptarnos más abajo y volver a saludarnos. Y así otra vez y otra vez y otra vez, hasta que reconocimos su juego, lo celebramos y esperamos su saludo desde la ventanilla. El indiecito apareció y reapareció en los diversos puntos del descenso hasta que llegó abajo y, con pies descalzos y aullidos incas, siguió corriendo delante de nuestro vehículo, adivinando nuestras miradas absortas en su nuca. Cuando subió al autobús, lo aplaudimos y respondimos complacidos a su pedido de dinero, porque estábamos convencidos de haber atestiguado un espectáculo único e irrepetible. Nosotros, los elegidos del vigoroso indiecito empapado en el orgullo de sus ocho años. ¡Te felicito, indiecito! Y no quiero que Don José Dueño me cuente que son muchos los niños que, como vos, viven de este espectáculo ofrecido diariamente desde hace 20 años en el descenso de Machu Pichu. Sería una más de las bofetadas que este viaje ha asestado a mi soberbia. Pero no la última.

Vamos a Pisac. El taxi se abre paso entre pueblos perdidos, que yo creo muertos sin fiesta de sábado por la noche. Le pregunto al taxista qué hace un joven como él en un sitio como ése los fines de semana. Vamos a la disco o al cine o a un bar, responde. Pues resulta que la montaña tiene cine y los pastores se divierten. Y resulta, también, que no se quedan plantificados junto al camino esperando que pasen los turistas. Hay vida en las montañas, detrás de ellas y más allá. Hay vida donde hay gente, porque el ser humano se las ingenia para satisfacer sus necesidades, sea como sea.

Ésta es una peregrinación a la virgen en uno de los pueblitos que atravesamos. Al taxista le sorprendió mi deseo de fotografiar un hecho tan cotidiano. ¿Por qué el asombro?-pienso. Reflexiono y me doy cuenta. Es como si alguien me pidiera una foto prendiendo el calefón. Tan normal para mí y tan pintoresco para otros.

Esto es Pisac. Pisac, el río Urubama, el mercado, la iglesia y la misa en quechua. Un ambiente trilingüe que reza en quechua, explica en español y negocia en inglés. Take three. Good price. Me encanta el mercado, a pesar del vaho a resudor y falta de higiene. Trajes coloridos, trenzas, niños sonrientes, veinte clases de maíz, sol, manos artesanas, paciencia, humildad y espíritu de guerra. Quisiera quedarme más tiempo, pero no puedo. Saco fotos, todas éstas, muchas, muchas. Testimonios de los mil rincones donde se posaron mis ojos deslumbrados.

Vamos ya. Es hora de partir. Aquí me ves en el aeropuerto con el cuadro que compré. Mi último capricho. Un óleo con la ceremonia de los brujos. Un óleo para mi living. Un pedacito de este mundo para el mío.

Frente de niebla en Buenos Aires, anuncia el piloto por altoparlante. En mi ventana aún brilla el sol del amanecer, un sol radiante sobre el colchón de nubes que en algún momento habremos de atravesar. Uno, dos, tres, ¡ya! Las turbinas robustecen su potencia y nos metemos en la gruesa capa gris y todo es oscuro y todo es espeso y no se ve nada, nada, nada. De repente, demasiado de repente, el golpe seco del aterrizaje me hace despertar del sueño. Se acabó. He caído de las nubes. Las nubes de Machu Pichu.

Somnolienta, contemplo el embotellamiento de la Avenida General Paz en el taxi que me lleva a los brazos contentos de mis hijos. Desde entonces, los brujos incas se han instalado en las paredes de mi casa y celebran socarrones uno más de sus hechizos.

28 comentarios:

BETTINA dijo...

Me dio penita que fuera la última parte de este relato que he vivido. He llorado contigo ante la mujer de la manta, ante la despedida de tus hijos. Me he emocionado con el reencuantro con tu "gringo" y me he bañado del sol Inca. Has recreado perfectamente lugares y sensaciones Laura. Un abrazo de mochilera a mochilera que tampoco se ha dado cuenta que la vida ha pasado, hasta que alguien se lo recuerda. (Y a Dios gracias todavía...)

Rochies dijo...

..."Aquí me ves en el aeropuerto con el cuadro que compré. Mi último capricho. Un óleo con la ceremonia de los brujos. Un óleo para mi living. Un pedacito de este mundo para el mío"...

Laura, no lo pudo haber dicho mejor. Jamás pude llevar a palabras ese sentimiento que surge cada una de las veces que paso por un lugar que me marca.
Algunos compañeros de ruta pudieron haberme caratulado de TOC, pero le juro que no, que es como Ud. tan bien dijo.
Creo que es la primera vez que le escribo a pesar del tiempo que llevo leyendola, cariños!

Bebe dijo...

Y llegamos de regreso, que pena que se terminó, como siempre pasa cuando volvemos de vacaciones y vemos con ojos renovados esos paisajes cotidianos que habitualmente pasamos por alto.
Quiero ver esas fotos, sería el broche de oro para este viaje tan enriquecedor
Besos
Bebe

Claudia Castora dijo...

Aristas Cotidianas...
Quien tuviera esa cotidianeidad y el poder de tu palabra.
Precioso registro de una aventura.

Un abrazo amiga.

Milkus Maximus dijo...

¿La verdad?: felicitaciones. Desde mi época universitaria que mi vicio han sido las crónicas de viajeros, que de algún modo definieron mi especialización.
Me encantó tu serie.

Compartir un viaje desde la riqueza de la propia subjetividad dice mucho más de un lugar que cualquier folleto turístico.

Felicitaciones de nuevo, y a ver si nos regalás con otra serie como esta.

Anónimo dijo...

Has sido mi oasis en este mes de locura de trabajo, me reido,me he emocionado,me he visto reflejada en tus palabras un montón de veces.
Con lo de los chicos me he acordado de un chiste de Maytena donde hay una señora de nuestra edad en un bar y un chico en la punta de la barra la mira,ella piensa: Ay como me mira,esta guapísimo, si...
y él del otro lado piensa:Ésta será la de quimica aquella tan...
Espejitos de la vida que nos reflejan de la edad del corazón

vico dijo...

Laura, anda pensandote otro viajecito porque esto de las cronicas te sienta muy bien! y yo no quiero dejar de perderme relatos como estos.
No necesito ver las fotos del viaje porque las pintastes todas en letras. Es mas, creo que ya ni necesito ir a machu pichu.

Te llevaste todos mis aplausos con esta serie.

fractal dijo...

Siempre me han impresionado las rocas enormes que "alguien" trasladó, situó estratégicamente, y siguen intactas cumpliendo algún mandato religioso. Es medio enigmático. Un misterio que me fascina. Hay muchos monumentos así diseminados por el mundo.

Me encantaría visitar Machu Pichu. Conocer a Roni. Caminar por pueblitos de nombre tan hermoso como Aguas Calientes. Intentaría evitar las ofertas de productos y el regateo, me agobia demasiado...
En fin, ¿a quién no le apetece casi tocar el cielo, cerca del sol y la luna?

En cuanto a las crónicas de viajes. El otro día un periódico español publicó un artículo en el que reflejaba la necesidad de recuperar este género literario. Y no entendí porqué estaba en retroceso si vivimos una época en que la gente viaja durante todo el año a lo largo de todo el planeta.

Quedaste muy favorecida en las fotos!

Un abrazo

fiorella dijo...

Crònicas de viaje,asì como vos las contàs dan ganas de leer horaaaaas!!Un beso

Gonzalo Villar Bordones dijo...

imagino la alegría de tus hijos al retorno.

Hurricane dijo...

Laura, comento recién ahora que termina la serie. Realmente espectacular el desarrollo y el contenido. Gracias por compartir esas experiencias.

Anónimo dijo...

Laurita: no estaría de más esa fotito tuya prendiendo el calefón. Cuando cumplás sesenta y la veas dirás "Pero mirá vos, che, qué derechita. Hasta lo prendía sin subirme al banquito". Te conozco, mascarita! Seguro que ya te la sacaste! Bueno, vamos ahora a lo cultural. Una de las cosas que más me atraen son los relatos de viajes. El tuyo por el Camino del Inca ya me tentó con dos relecturas. Y mirá que yo lo único que repito son mis errores eh!?

Recomenzar dijo...

Primero GRACIAS por enlazarme a tus pensamientos con recomenzar. Y aunque te sigo no me ves mucho por aqui aunque te leo
te dejo un abrazo enorme

Chiara Boston dijo...

Bettina, gracias mochilera!! Siempre noto mucho paralelismo en nuestras vidas. Un abrazo para vos.

Rochie, gracias por tu comentario. Ha ido a tu blog en busca de la respuesta perdida: qué es ser un TOC?? Al pasear entre tus letras, me he divertido mucho, pero sigo sin descubrir el misterio. Te cuento que el libro The remains of the day es mucho más sabroso que la película...te lo digo desde mi supuesto lugar de TOC, que intuyo sin certeza.... Un beso!

Bebe, los vemos con ojos más grandes...Ojos que vieron otros ángulos y focalizan mejor. Como la vida misma...cuanto más se camina, mejor se ve (a pesar de los anteojos, je je). Las fotos se pueden ver en mi casa... Cuándo venís? Me encantaría charlar con vos. Besos

Kiantei, hay quienes ponen su cotidianeidad en dibujos...o en tortas o en jardines. Yo sólo conozco la palabra. Un abrazo.

Milkus Maximus, me halaga mucho tu comentario, sobre todo porque siempre me ha dado temor aburrir con mis cuentos, que no sólo incluyen lo fáctico sino tb mis visiones internas....Y por eso, son largos, muy largos.... Gracias de nuevo!

Sole, te juro que ese chiste de Maitena es el invitado obligado de todos los encuentros con mis amigas... Es genial!!!! Me alegra haberte hecho compañía desde la identificación de lo cotidiano. Un beso.

Charru, lo más lindo de los viajes es verse uno en la situación...porque un mismo estímulo puede disparar cosas totalmente distintas en las personas. No podés dejar de ir a Machu Pichu. Y gracias por tu apoyo, amiga fiel!

Chiara Boston dijo...

Frac,

"Y no entendí por qué estaba en retroceso si vivimos una época en que la gente viaja durante todo el año a lo largo de todo el planeta"...

Posiblemente ahí esté la respuesta: en el hecho de que no es necesario llegar a un lugar con la mente porque hoy resulta fácil llegar con el cuerpo. Ya no necesitamos que nos cuenten cómo es un sitio. Podemos ir a verlo...

De todas formas, supongo que cada uno tiene su forma de "estar" en ese sitio, y en eso radica la diferencia. Muchas hemos llegado al parto... y cada una lo cuenta desde su lugar... no?
Un abrazo...

Fiorella, no me des cuerda.... que no paro!!

Gonzalo, la alegría fue blanda, muy blanda...y suave, muy suave...
y muy mojada de besos con caramelo.

Hurricane, gracias a vos por ser tan generoso con tu lectura y tu palabra.

Marta, acaso me querés decir que mi relato es un error porque repetiste la lectura??? Bueno, por ser vos, te acepto el halago y te hago un lugar junto al calefón para que nos saquen una foto antes de que explote!! Sé de muchos extranjeros que pagarán fortunas por semejante cuadro. Nos vamos pa' arriba, Martita!!!

Mi despertar, sólo leo lo que me interesa...y enlazo lo que leo. Un abrazo para vos tb.

MmdTh Alias Vane, Pao dijo...

Lau! que placer haber sido tu compañera de viaje! pq en verdad fue casi como haber estado ahi!
te mando un besote! y viaja más seguido, asi conozco lugares que sé que por mi pasión de playa o nieve unicamente! no voy a ver!!!

Vade Retro dijo...

Lo has bordado con este remate Lau. Se te dan muy bien las crónicas viajeras.
Un gusto leerte e imaginar cada escena que has descrito con magistralidad.
Un beso.

Anónimo dijo...

Me encantó tu crónica viajera, tus borradores de viaje. Ojalá hagas muchos viajes más para relatarlos así como a este. No perdí palabra, parecía que estaba siguiendo la telenovela. Hermoso!

Elena Bravo "Elena de San Telmo" dijo...

Hola Lau
Un placer leerte, sos sensacional!
Acá estoy con un "sanwuiche" de lomito un chablis y un postre dietétito.... seeee; seeee muy
"confunsionada"
Que querés que te diga. A mí me gusta soñar; pero eso sí
es imperdonable que alguna mocosa se meta con nuestras "posesiones", en eso soy muy estricta una patada a tiempo y chau minita....je
Me encantó este relato es delicioso! Y lo puedo decir ya que estuve en Machu Pichu cuando las nubes se fundían con con mis lágrimas.
Besos desde entreteladelalma

Mas Afuera dijo...

Bien, llegue x "casualiidad" en un viaje blogero virtual. últimamente he estado en viajes por la natualeza (y en cierta manera acumulando kilometrajes y experiencias, para contar algún día a mis nietos). Al igual que la crónica de tu viaje, le dan a uno la sensación de estar detrás del lente de la camara o con más imaginación, incluso sintiendo el aire que te rodea. Abrazos, desde el sur de Chile. Marco.

Jobove - Reus dijo...

si pots dona's un cop d'ull, gràcies

Anónimo dijo...

Gracias por hacernos viajar contigo. Ha sido maravilloso. Me ha encantado el Machu Pichu y todo lo demás.

Un beso

Rochies dijo...

Laura, TOC es como califican los psi a cualquier semi apasionado por algo y medio compulsivo. TOC (trastorno obesivo compulsivo) jaj.
Me alegro que se haya divertido en mi blog, pero deje alguna señalcita, así se que pasó, cariños!

Elena Casero dijo...

Espero que los brujos del Machu Pichu te traigan fortuna. ha sido un viaje buenísimo para aquellos que lo hemos visto todo desde tu mochila.

Un abrazo muy fuerte, Laura

Vico dijo...

Laurita...no tardes en actualizar!!!!

Nidesca dijo...

debo ponerme al día con tu historia porque en realidad me encanta como escribes.

abrazos

MIB dijo...

Laura! leí las 4 partes de tu viaje... excelente... el tercero... el de pachita... qué bueno! plantaste ahí la tensión moral entre el capitalista desalmado y el artesano engañador....
Hace poco... quizá unos días más tarde que vos (a finales de abril) estuve en Cuzco, y toda esa zona... pasando por Machu Picchu.. y Lima también... Lo que describís es tal cual... y me encanta leer porque descrubro las diferentes visiones de un mismo lugar según quien lo mira... y cómo viaja... y qué lo emociona... y...
Me gusta observar las diferencias circunstanciales que afectan la mirada de cada uno...

Te mando un beso grande!
ahh.. y no pude ver las fotos... dónde están??

eldamarina.47@gmail.com dijo...

Lau: buenísimo tu blog, emocionante y sencillo, esas " aristas cotidianas" que tan pocas veces nos detenemos a observar. ¡Bendiciones! te sigo... un abrazo Elda