7.10.06

Confesiones de una discriminada


Manifiesto haber padecido en carne propia y en carne viva la discriminación, la diferencia y el aislamiento

Corrían los tiempos en que la Argentina era un dechado de limpieza, porque los militares se encargaban de limpiarlo todo, bien a fondo y sin diferencias.

Mi madre prometía diariamente que me llevaría al médico. ¡Es que ya no puedo más, mamá! Bueno, vamos hoy entonces.

Adiós, adiós, nos dijo una vecina que estaba charlando en la vereda, porque en ese entonces no era peligroso tertuliar frente a la puerta abierta de par en par.
Adiós, adiós, nos vamos al dermatólogo a curarle un eczemita que le salió en la cabeza a Laurita, y le pica mucho. "¿Eczemita? Mmmm…. ¡Piojitos!", bromeó la vecina, que era la madre de Ana, mi mejor amiga, y siempre decía cosas osadas y ocurrentes.

La carcajada de mi madre fue sonora y prolongada. Aunque no tanto. Intuyo que le duró hasta el preciso momento en que el médico tomó su gigantesca lupa y, con un salto súbito, se alejó horripilado. “Nena, no se te ocurra tocar nada. ¡Nada de nada! Aguardá en la sala de espera, por favor. No toques nada, ¿entendiste, mi tesoro? Señora, esta chica está llena de piojos…¡pero llena! ¿Me escucha?...¿Me escucha, señora?”.

Claro que ella no lo escuchaba, tan cercana como estaba al desmayo- colapso nervioso, que le dicen-, pálida, confundida, humillada, indignada, sojuzgada, doblegada, espantada, horrorizada y sobre todo, avergonzada. ¿Piojos? Nadie tenía piojos a nuestro alrededor. Nadie, nadie, nadie. Sólo los roñosos, los indigentes, la gente que no podía acceder a la higiene. ¿Piojos? Cosa de libro de biología. Algo que daba mucho miedo.

—Pero doctor —su voz era un hilo aflautado en estado de shock—, si yo la tengo impecable, soy buena madre, somos una familia de bien. Tendremos nuestras desavenencias pero, bueno, la limpieza ante todo. ¿Cómo pudo pasar esto? ¡Qué terrible! Ya mismo la llevo a cortar el pelo. ¡La rapo!
—No, señora, no sea cruel.
—Y bueno, doctor, si está empiojada, es lo que hay que hacer. Se va a tener que acostumbrar.
—No, no lo digo por ella, señora. ¿Acaso usted no piensa en la peluquera? ¿Qué derecho tiene usted a infestarle el local? ¡Desconsiderada de mierda! (esto no se lo dijo, pero lo pensó)

Y así fue que volvimos a nuestro deshonrado hogar, intentando no pasar por la casa de la vecina para no tener que contarle semejante ignominia. “¡Todo por haberte mandado a esa colonia baratieri de la mutual, donde no exigen gorra en la pileta! Mirá, aquí tenés otro y aquí otro. No te muevas, che. Ésta es una liendre, creo. Qué asco. Qué condena. Parecemos los de la villa miseria. ¿Qué habré hecho yo para merecer este castigo? Y tu pobre hermano también se los agarró. ¡Si hasta yo me encontré uno gordo y negro en la almohada! Ya mismo desinfecto los colchones”.

Pese a que ya los habíamos desinfectado el primer día, volvimos a desinfectar colchones, mantas, almohadas, sofás, guantes, gorros, toallas y bufandas al segundo, al tercero y también al décimo día, porque la reclusión duró diez días. Sí, diez días de pelo embadurnado con productos hipertóxicos, pañuelitos en la cabeza y sanguinarias peleas con mi hermanito piojoso, el único niño con quien se podía jugar (los demás niños habían sido advertidos de la tragedia y se atrincheraban espantados en sus respectivos hogares impolutos).

Ese sábado mi abuela había prometido llevarme con ella a la boda de un primo segundo. Pero no, ¡no iban a presentarme en ese estado! Por suerte, la insistencia de mis ruegos se conjugó con el desarme moral de mi madre y logró una tregua momentánea en mi proceso de expiación. Me lavarían la cabeza para quitar el matapiojo y simularíamos ser normales por unas horas. Pero eso sí, al llegar a la casa de la abuela, todo volvería a la realidad. Mi madre había camuflado suspicazmente el pomo de Detebenxil en mi carterita de gala. Y mi abuela casi se infarta cuando amagué ostentar mis pertenencias a una de las pequeñas invitadas de la fiesta.

Por fin llegó el décimo día. El lavado final. Hora y media de peine fino al sol; el sol que volvía a brillar en nuestro decoroso hogar. Limpia como antes, libre de manchas capilares y morales, corrí hacia la casa de Ana para recuperar las horas de juego perdido. ¿Querés jugar, Anita?, le pregunté ilusionada en la puerta. “No, no puede”, me respondió su madre que, como rayo ondulante, se había interpuesto entre nosotras y empujaba a su hija hacia el interior de la casa. “Anita no puede jugar. Adiós.”

Portazo.

Adiós piojosa. Adiós indeseable. Adiós mala nena, me decían al oído los dragones de la baja autoestima que, como los piojos, se me habían instalado en la cabeza con contrato de alquiler vitalicio.


Esta mañana, mientras yo pasaba peines finos, mis hijos se reían divertidos de un piojo muerto que le había encontrado vivo a mi hijo mayor, seguramente contagiado por el hijo de Ana… o por el hijo del hijo de cualquier otro hijo porque, en verdad, ya no se puede diferenciar.

25 comentarios:

Lúzbel Guerrero dijo...

Bichos democráticos esos, creo que es lo único que está equitativamente repartido. Yo tuve una vez, pero se resbalaban y se caían, al final decidieron ahorrar en traumatólogo y se fueron con el tío Cosa. Besos querida.

Anónimo dijo...

Si,que era terrible lo de los "caminantes".Parecías apestada.Y lo peor, el olor de los productos para limpiarte,te quedaba en la nariz durante semanas.Hay un chiste de Maitena que me encanta,sobre como templa el caracter de una madre,el hecho de que sus hijos tengan piojos,es de partirse la escena del baño,con la niña con loción,el hermano "reventando" bichos y la madre horrorizada descubriéndose uno.O la escena en el super de dos mujeres hablando y uno de los niños con una mano en su madre y la otra dale que te pego en la cabeza.
Es un tema que o lo tomas a risa o te quieres cortar la cabeza

Vade Retro dijo...

El que nunca los haya tenido en casa que tire la primera piedra.
Sociedad hipócrita, qué culpa puede tener un niño o un adulto por tenerlos, eso ignorancia pura escondida en miedos irracionales.
Y yo me pregunto miedo de qué, de que te piensen sucio, vaya ignorancia de mierda que daña, y ojalá fuera sólo con la pediculosis, pero no, estó esta más infestado que cualquier cabeza, pero para esto no hay pócimas mágicas, no, no las hay.

Chiara Boston dijo...

El problema es que yo los tuve cuando nadie siquiera hablaba del tema. Epoca militar... eramos muy limpios nosotros!

Por eso escribi esto: porque me da gracia la perspectiva diferente del tema. El otro dia fue a un cumpleaños en el que una de las invitadas se apareció con un enorme gorro de lana para no pescarse los piojos de esa casa. Dicho así, abierta y modernamente.

Cuestión de aceptación social.
Lo mismo pasará con muchos temas que hoy son tabú....ESPERO!!!!

MARIA DEL NORTE dijo...

Que historia mas divertida, Lauri ex-piojosa! :)
Nos sumergís de lleno en ese contexto en forma genial.-
Ahora lo ves en el tiempo y lo trasmitís de esta manera simpática, pero me imagino que no debe haber sido para nada agardable, siendo niñita, haberte sentido discriminada por todo tu entorno afectivo.
Que momento! y como cambian los enfoques a traves del tiempo, no?
La pediculosis, que en otros siglos fue patrimonio de las poblaciones con insuficientes hábitos higiénicos, hoy se ha convertido en una preocupación constante de todos los grupos sociales.-
Ojo al piojo que no discrimina !!

Ana dijo...

Yo era gran piojosa (aunque muy limpita), y sigo teniendo predisposición, piojo que anda en la vuelta, viene conmigo, así como los mosquitos y todo bicho comedor de sangre, dulzura que le dicen, pero ahora no dejen de visitar mi blog por el miedo a contagiarse, no me discriminen por haber sido sincera, jeje.

BETTINA dijo...

Los tiempos han cambiado. Por suerteeeeeeeee!!!!

Anónimo dijo...

Trrrranki, Laura, yo tb pillé los bichos,-eso pasa en las mejores familias- y fue en plena adolescencia. Fue dramático. Mi madre, expeditiva, m llevo a la peluquería, donde decidieron cortar por lo sano, y nunca mejor dicho (grrrrrrr!). Mientras yo tenía la nariz metida en una revista d cotilleo -cotilla, siempre lo he sido (creo q vosotros decís "chusma", no?- Bueno, q cuando decido levantar la vista, q veo en el espejo??? M habían hecho un corte, bueno bueno..., aquello no era ni "a lo garçon" era más bien rollo "Auswitch", espantoso!!! O sea, casi como Sinéad O'connor... Ni os cuento... Aquel fin d semana m iba d excursión, q tragedia! Estuve a punto d no ir, pero al final pensé: "Bueno, xuxi, no t rajes; la vida continúa..." Así q m armé d valor y m encasqueté una gorra, q no m quité en todo el fin d semana, ni para dormir. Llegué a casa con el sarpullido del siglo en la frente. Q fuerte! Fue peor el remedio q la enfermedad.

Ay, q recuerdos...

Hoy en día m he convertido en una experta en la materia, pues mi hija pilla los bichos cada dos por tres. Ya t contaré en otro comentario.


Joé, m está picando todo!!! :-) :-)

Anónimo dijo...

Pretendemos reunir los buenos blogs literarios para enfrentar los blogs flaso-literarios.

Visítanos

Anónimo dijo...

Muchas veces se dice que los niños son crueles, ¡Pero son niños, carajo!, son las estupideces de los adultos, grandes niños idiotas enfermos de discriminación que criaran, si alguien no rompe la cadena, el miedo a lo distinto en sus hijos.
Un saludo.

PD: De pequeño tuve y me los quitaron con aceite, me acuerdo que era un picor agobiante, eso si.

Vico dijo...

jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
me trajiste recuerdo de mis piojos!!! a mí me pusieron queroseno jajajja

me encanta tu don de decir con humor lo patético!

Abraccos...

Hurricane dijo...

Me acuerdo que en la primaria (también en la triste década del setenta) hubo un alerta de pediculosis, y la maestra fue la encargada de revisarnos las cabezas con dos lápices negros a los que se les había afilado bien la punta para separar los cabellos. Uno de mis compañeros tenía una liendre, y por una semana no apareció mas.

Chiara Boston dijo...

Luzbel, me dio mucha gracia lo del traumatólogo. En casa tenemos una situación parecida con nuestro propio diablillo calvo; nunca se los agarra (o será que vivo con tío Cosa y no me dí cuenta?). Besos para usted.

Sole, estoy segura de que si hoy abriera un pomo de Detebenxil, se me dispararían imágenes y sensaciones dignas de un culebrón. Inconfundible el aroma. De lo más evocador. No he visto el chiste de Maitena, pero sí he visto la escena en tres dimensiones. Y, como siempre, opto por el humor para salvar tragedias.

Vade, la ignorancia, el desconocimiento y la falta de interés por averiguar las razones, hechos y verdades.

María, parece mentira que en estos tiempos en que hemos logrado erradicar tantas enfermedades, sigamos con algo tan básico como los piojos. Señal de que el mundo va para atrás? Gracias por tu apoyo constante.

Ana, bueno, en realidad, me daba como vergüenza confesar que esa no fue ni la primera, ni la segunda ni la séptima vez que tuve piojos...porque a mí también me dieron el calificativo de sangre dulce, como premio consuelo a la cabeza tomada!!! Piojo que camina, piojo que termina en mi cabeza. Y eso que yo lavo y lavo!!

Betina, es cierto, han cambiado tanto que hoy nos rascamos sin vergüenza. Y vaya que nos rascamos!!!

Abelito, dulzón querido, pareciera que estamos condenados a ser irresistiblemente atractivos. Afortunados “radiadores” de la vida. Será por eso que compartimos el mismo amor por las travesuras de la pluma. A mí me gusta tu escritura y a vos te gusta la mía. ¡Choque los cinco, embichado!

Xuxi, ¡te juro que tu historia es mucho más sabrosa que la original! Siempre lo mismo con vos…yo disparo algo y ahí está Xuxi, soltando otro cohete el triple de poderoso. Un placer.

Clap, cómo debería tomar eso? Cómo el portazo de la madre de mi amiga? O cómo un feliz convite a la secta pro piojo?

Liter, cuánta razón encierra tu aseveración! Los insectos y las farmacéuticas dominarán el mundo. ¿O será el peine fino, que es mucho más barato?

Davichov, bienvenido. Quitate el abrigo y ponete cómodo. En esta casa tenemos aceite, así que no temas al contagio que, llegado el caso, habría solución. Lo que no te garantizo es el remedio para la idiotez de los grandes niños. Pero lo intentamos, Davichov, creeme que lo intentamos.

Charru, mirá vos como, sin quererlo, he logrado explicarle al mundo el motivo de tu cabeza tan deliciosamente diferente. ¿Era el querosén entonces? Será cuestión de probar… siempre lejos del fuego, que la tentación de mandarnos a la hoguera es grande.

Hurricane, yo también me acuerdo de un día en que, ya cancherísima con estos temas, le saqué un piojo saltarín a mi compañera de banco, que fue llevada a dirección para firmar algo e inmediatamente obligada a permanecer afuera del recinto en un banquito alto. Su mamá la retiró y no la vimos más por una semana.
Entre nos, no estaría mal que algún empiojadito actual se quedara en casa al menos un día hasta sacarse los bichos. ¡Bienvenido!



COMO COROLARIO, LES CUENTO UNA ANÉCDOTA DE HACE 3 AÑOS. NEVADÍSIMO 24 DE DICIEMBRE EN ESTADOS UNIDOS. “HIJO, VENÍ QUE TE MIRO ESO NEGRITO QUE TENÉS EN LA CABEZA. NO SERÁ UN PIOJO, ¿NO? A VER SI NOS VINIMOS CON POLIZÓN DE BUENOS AIRES.” NEEEE, DICE EL PAPÁ. “A VER, A VER... “, INSISTO. SÍ, TIENE PIOJOS.
THIS KID HAS LICE.
¿LICE? ¿LICE?, DIJERON AL UNÍSONO LAS VOCES DE TODOS LOS PRESENTES, ESTAMPADOS CONTRA LA PARED Y OSTENTANDO UNA SONRISA POLÍTICAMENTE CORRECTA PORQUE LA NUERA ES LATINA Y SE OFENDE SI CRITICAMOS Y, DESPUÉS DE TODO, QUÉ SE LE VA A HACER, ESAS COSAS PASAN (O ESO DICEN EN EL DISCOVERY), PERO POR SUERTE ACÁ NUNCA...Y ANDÁ YA MISMO A COMPRAR ALGO A LA FARMACIA QUE… NO, MY DEAR, TE DOY UN BESITO DESPUÉS… AHORA JUGÁ CON ESE CAMIONCITO ALLÍ EN LA COCINA.
(Y EL PIOJO RESULTÓ SER GRINGO, TOMÁ)

Magic dijo...

Cuando mi hijo empieza la colonia, sufro porque siempre se pesca alguno en la pileta, que es caldo de cultivo... Creo que si yo me tuviera que pasar el peine fino, me arrancaría los pelos de una. La rebeldía de mis rulos apenas soporta el peine de diente grueso y separado!
Saludos!

Anónimo dijo...

"Antes nuestras calles estaban llenas... de gente"
No sé porqué me ha venido a la memoria una de las actuaciones de Les Luthiers.

Alicia R. dijo...

Mirá Laura, ahora que me enteré que en 1970 y algo tuviste piojos no creo que te pueda visitar más. No te lo tomes a mal, pero seguimos en contacto electrónico. Besos virtuales ;-))))

ydaledali dijo...

Y bueno que fuimos millones... nosotras somos 4 hermanas ... así que era de todos los veranos, no faltaba la que los agarraba en algun aparte y las otras tres pagabamos, al final hasta los 14 años cuando yo pude tener derecho a pataleo me cortaron el pelo como niñito (mejor no contar lo de traumas que eso me provocó y lo de sensación de patito feo) Cabe mencionar que el corte de pelo no fue democrático, sólo la agarron conmigo...

PE dijo...

Militares..cuando será el día que nos lebremos de una vez por todas de esa verdadera peste que sufrimos los argentinos.
Toda mi vida prefiero discriminar a un militar a dejar de lado a un verdadero hernano/a que lucha por mi país...creo que me fui por las ramas....perdón ajajaj.

Besos!

PE

Vico dijo...

si sabre yo de piojos del norte! en la escuela que trabajo, cuando aparece un piojo siempre es en cabeza de latino y por supu mandan a buscar a la mama y le dan vaciones obligada por piojoso y hasta que no tenga la cabeza sin nada no regresa a la escuela...claro que el guri queda marcado pa siempre...me recontra rei con la anecdota...

vas a festejar Halloween?

Claudia Castora dijo...

Fuiste a verme...y fue como de esos vasos de juguito con naranja bien frescos que se toma uno cuando tiene mucha sed y ya está cansado del agua insípida.
Ando como en eso, sabes, buscando compañeros de letras, de esos que lograste ver en lo que me leíste, de esos que son capaces de hablar de piojos y poesía con la misma belleza cruda,potente y atrapante.
Sé que me entiendes.

Un abrazo Laura, nos leemos

Anónimo dijo...

Ja ja, a mí, cuando me advirtieron en el cole de mi hijo que habían y que le vigilara la cabeza, me empezó a picar la mía de tal manera que me convencí de que estaba infestada y me compré todo lo que encontré... y lo usé, claro, conmigo (porque a él le repasé de arriba a abajo, y nada), y me pasaba el peine ese fino llena de grima, creyendo ver centenas de huevos... Y allí no había nada de nada, más que mi resentido pelo y mi infundada autosugestión.

Por cierto, en contra de la creencia popular, tienen poco que ver con la suciedad, más bien con el tipo de cabello...

Un saludo, Laura!

Anónimo dijo...

Debo confesar que nunca tuve piojos.... hasta los 30 años! Me los contagio la guacha de mi sobrina menor. Y debo reconocer que jamas de los jamases mas jamases tuve el pelo tan publicitario y divino como esa vez. Los productos que me compre y por los qu tuve que hipotecar la casa hicieron maravillas en mi cabeza. Los piojos pasaron a mejor vida brillosos y con piel de seda. Y todos brillantes y felices. Laura, tu historia y tus piojos son maravillosos.!!!

Gonzalo Villar Bordones dijo...

piojosa, pero con talento... no está mal.

Chiara Boston dijo...

Magic, los rulos son el paraíso de estos seres, tan amigos de las colonias. Suerre este verano!

Villaykorte, ja ja....los piojos de mis historia eran de la época en que había gente por la calle y Les Luthiers. No los piojos menemistas, viste?

Alicia, está bien, entiendo tu portazo...corto cucharita. ¡Y ni loca te presto el Detebenxil!

Ydalidale, o sea que tu cabecita rapada fue la declaración de guerra de tu madre a los piojos!

PE, te juro que no te has ido por las ramas. Metí los militares porque en ese tiempo había limpieza, pero mucha mugre. Hoy sigue la mugre, pero se saca más a la luz.

Charru, cabeza de latinos tenían que ser!!! Viva el paredón....

Kiantei, sos enormemente bienvenida.

Maite, tenés razón... es el tipo de pelo. Pelo lacio? Pelo rizado? Pelo ondulado? O pelo piojoso? La sugestión es increíble en estos temas. Me hiciste reir.

Amor, es una línea muy fina la que existe entre proteger a nuestros hijos (en definitiva, los protegemos de nuestros propios monstruos) sin segregar lo que nosotros vemos como posible foco de problema. Sin ir más lejos, a mi hijo se le ha dado por congeniar con un nene super terrible...y, aunque me muerdo los labios, desearía decirle… con ese no, con ese no. Y sin embargo, ¡cuánto odié eso en mis padres! Miedos, nada más que miedos… Un abrazo para vos.

Marta, vos no formás parte de nuestro grupete de sangre dulce entonces!!! Pues quedarás segregada porque, como bien has dicho, los piojos son maravillosos!!!

Gonzalo, te parece? Será que algún día me sacarán una foto con un libro en una mano y, en la otra, el pañuelito en la cabeza embadurnada de Detebenxil? O es que te referías a mi talento para pescar piojos nomás? Besos

tania_nOfx dijo...

como se hace para sacar los piojos ? jajaja.. vinagree ?? pasen alguna solucion chee,, xD
beso, buen blog =)