16.8.06

Cambio de perspectiva


Antes amaba el invierno.

El tibio roce de la bufanda impregnada con mi perfume favorito. La delicia de llegar a casa a contemplar el frío desde la ventana, junto a un libro, una lapicera, un anotador, un amigo, un amante, un café o un pecaminoso bocado. Los simples placeres del sedentario.



Hoy detesto el invierno.

El encierro obligado. Mamá, estoy aburrido. ¡Ojo con esa pelota que van a romper el florero! ¿Al parque a esta hora? ¡Ni loca! Son las cinco y media: tardísimo. Bueno, vamos. Ponete las medias y los zapatos. Vení que te abrocho la campera. ¿Así pensás salir? Hace frío. Hasta que no te pongas un sweater, no nos vamos. Uff…me olvidé el paraguas. Aaaaggg!!!!!! ¡se me enganchó la bufanda con el picaporte!



Pensar que hace poquitos días llegamos descalzos a la heladería. Eran las 9 de la noche. ¡Cuánto más facil es la vida estival para una madre! (suspiro)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Os apoyo pero en el otro hemisferio nos estamos asando. Y no sé qué es peor. Otra cosa, para un admirador de Mafalda como yo es un placer leeros. Hablás (ya aprendo) igualito que la mamá de mafalda: ponete las medias. Un besito con un par de calorías o un abrazo bufanda, lo que quieras

Araucaria2006 dijo...

Totalmente de acuerdo. No soporto más el invierno.Manel, creo que hoy prefiero asarme. Dentro de seis meses te cuento que es peor.

Saludos

Vico dijo...

Toda mi vida deteste el invierno, ahora que vivo en California ni quiero pensar en los duros inviernos de Uruguay. No cambio por nada el clima de aqui. uf solo pensarlo me congela el alma!

Alicia R. dijo...

Coincido absolutamente con lo fastidioso que es el invierno con respecto a los chicos. Yo tengo la teoría de que si las amebas son sensibles al frío y al calor (¿lo son?, mis hijas también por lo cual si no tienen ganas de abrigarse,que no lo hagan y ya está.
En lo personal, noto que cada vez estoy más friolenta y uso más abrigo y más calefacción. Debe ser el viejazo.

Manel, no es que hablemos como la mamá de Mafalda, ella habla como nosotras :-)))))

Vade Retro dijo...

Me quedo con el frio, con la nieve, con la lluvia y las tormentas...se acercan más a mi estado emocional...este verano me tiene asfixiada...por cierto,
gracias por tu visita...te linkeare para no perderte de vista. Un saludo desde la oscuridad de mi vida.

Chiara Boston dijo...

Lurdena, con la manito enguantada y desde el interior de mi bufanda, te soplo un beso hacia Santiago, con la esperanza de que no se nos congele en el camino ni le piquen demasiado los pantys.

Manel, un trato. Vos me mandás el verano y yo te mando toda la colección de Mafalda. Ademas de un besito, claro.

Araucaria, siempre digo que, en invierno, es casi imposible imaginarse en traje de baño y en verano, pareciera que uno no se hubiera puesto un sweater jamás en la vida.

Charru, se nota que tenés un clima muy propicio para entibiar el alma... Por eso, no te mudes nunca!

Alicia, ¿no será que te nos quedaste clavada mentalmente en los tiempos en que en Buenos Aires hacía verdadero frío? Por otro lado, ¿qué mejor que tengas frío. Para qué está ese tapadito de piel y ese enterito de ski? Besitos de Mafalda a Libertad.

Vade, quizás no sea el calor lo que te asfixia. Pero eso lo dirá el tiempo. Gracias por venir.

Ana dijo...

Ay! a mi también este frío me tiene depre y apachuchada. Y les aseguro que este lado del río es más frío, antes viajaba regularmente de Mdeo a Bs. As. y notaba siempre al llegar algún grado más o quizá un poco más de humedad que atempera el frío, no lo sé, pero aca el viento sur nos está matando. ¡Igual al recordar la época en que visitaba a menudo su hermosa Bs. As. me vinieron unas ganas locas de ir, haga el frio que haga!!

Anónimo dijo...

Bueno, Laura, no hace falta ser madre para maldecir al invierno... a mí también me gustaba, pero como a muchos amores, a este también le llegó un fin.
Ah, el verano... salir caminar con una remerita y una bermuda: nada que cargar sobre los hombros, en las manos o en una mochila. Y qué decir de las noches de verano en Buenos Aires, tan amables y cordiales que no da ganas de ir a dormir.
Otra desgracia: me gusta comer fruta. Invierno: naranja-manzana-banana-pera. Acaso frutillas (carísimas...). ¿Dónde se fueron los duraznos, los damascos con el corazón de miel, las ciruelas (todas sus variedades), el jugo fresco de los melones o la carne crocante de la sandía? ¿Qué se hicieron las cerezas que alegran el fin del año?
Por lo que sé, el invierno en Buenos Aires es comparativamente suave; con solo alejarse unos 100 kilómetros todo es peor. Y no hablemos de la Patagonia.
Pero ni aún así lo quiero. Yo se que el invierno porteño se esfuerza en ser amable; pero no hay caso. No hay salida...